La forma que tuvo para garantizarse miles de saltos constantes y de manera más o menos económica, fue listarse en el ejército austriaco como paracaidista.Esta etapa fue crucial, pues le dio la disciplina y las bases técnicas para convertirse en un gran paracaidista. No tardó mucho tiempo en formar parte del equipo acrobático de salto en paracaídas del ejército austriaco.
Cuando tenía 20 años, realizó su primer salto base, que es considerado uno de los deportes más peligrosos debido a que el practicante salta de una estructura fija: edificios, despeñaderos o torres de telecomunicaciones.
Entre sus récord destacan, el salto desde el edificio más alto del planeta, el rascacielos Taipei 101 (Taiwán), de 509 metros de altura, y de otros lugares emblemáticos como la estatua de Cristo Redentor en Río de Janeiro, resultan ahora, en comparación, casi inocentes aventuras sin riesgo.
También ha sido el primero en cruzar el Canal de la Mancha en caída libre ayudado de unas alas de fibra de carbono, desde Dover (Reino Unido) hasta Calais (Francia), y se ha tirado desde la mayor construcción de América Latina, la Torre Mayor de México.
Algunos de estos saltos eran además ilegales, lo que al desafío de aterrizar sano y salvo, se añadía en algunos casos una carrera desenfrenada para escapar de la policía y no acabar en un calabozo.
Pero Felix Baumgartner entró en los libros de historia al completar con éxito la misión a las puertas del espacio. El salto en caída libre desde una altitud de 39.045 metros que el equipo de Red Bull Stratos llevaba años preparando culminó con 3 nuevos records del mundo y una valiosa información para el futuro.
Su principal asesor era el poseedor del récord, batido hoy, de salto en paracaídas desde mayor altitud: Joe Kittinger, de 84 años, y que se arrojó en 1960 cuando era miembro de las Fuerzas Armadas de EEUU desde una altura de 31 kilómetros.
Según los cálculos previos, Baumgartner habría sobrepasado la velocidad del sonido unos 30 segundos después de iniciar la caída libre, al alcanzar 1.173 kilómetros por hora, para después perder velocidad debido a la mayor densidad de la atmósfera terrestre.
Red Bull cataloga la misión como científica y el deportista considera que se podrá conseguir información crucial sobre la reacción del cuerpo humano para futuras misiones espaciales.
“Demostrar que un ser humano puede romper la barrera del sonido en la estratosfera y regresar a la tierra sería un paso hacia la creación en el espacio cercano de procedimientos de rescate que actualmente no existen”, ha explicado en una entrevista difundida por Red Bull.
El traje presurizado era necesario porque en la estratosfera no hay condiciones para la vida debido a la falta de oxigeno, el frío de 68 grados bajo cero, y la presión, que pudo llevar a que los vasos sanguíneos del cerebro reventasen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario